Después de una semana sin agenda oficial, el presidente Alberto Fernández sumó su segundo día con actividad conocida: almorzó con el exmandatario de Bolivia, Evo Morales. Para ello, el mandatario llegó a Casa Rosada al mediodía, un horario habitual para él, que ni siquiera se vio interrumpido por la vorágine de los últimos días. Todo en el marco de la semana posterior al epicentro de la segunda gran crisis de su administración, en la que en el oficialismo en general y en Balcarce 50 en particular, sobrevuelan amplias dosis de hermetismo, moderado optimismo y mucha cautela. Una postura que difiere de sectores como el sindicalismo y los movimientos sociales que ya hicieron saber su descontento con la postura fijada por la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis.